jueves, 28 de junio de 2012

Como una ola...


Hay tanta gente que tengo que citar en esta entrada. Quizá porque el sentimiento de constante superación como ser humano con el que el personaje del profesor en la película La ola empieza a embaucar a sus alumnos también me ha acompañado en mi propia vida. Tal como sucede en la película esa búsqueda de la perfección conlleva una des personificación que acaba siendo letal para los demás o para uno mismo. Mi tío dice que lo perfecto es enemigo de lo bueno y esa frase se me ha grabado a fuego. En la película todos, profesor y alumnos, comienzan con buenas intenciones. Emplean una moderada disciplina para asegurarse unos beneficios físicos e intelectuales. Renuncian poco a poco a una libertad individual en beneficio del grupo, pero como una vez sentenció un antiguo profesor mío de termodinámica: "quien puede ser sustituido por un ordenador merece serlo". Así los jóvenes comenzaron a obedecer las órdenes sin vacilar e incluso en otros momentos tan sólo se comportaban siguiendo el patrón lógico de ordenes anteriores con lo que no necesitaban que nadie les dijera lo que tenían que hacer. El comportamiento autómata y deshumanizado era incompatible con la piedad y de forma inevitable acabó siendo violento.

El objetivo de la película es además de presentar un hecho real (aunque al fin y al cabo eso es anecdótico), mostrarnos lo fácil que resulta generar un estado mental colectivo que degenere en un movimiento violento y fascista o totalitarista mediante la puesta en valor de los principios que la sociedad capitalista basada en la eficacia y la competitividad nos vende día a día.

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